Lástima que los discursos oficiales de la consejera de Asuntos Sociales, Micaela Navarro, de la Vicerrectora de Relaciones institucionales, Teresa García, del Decano de de la facultad de Psicología, Jesús García, destacando el original papel del Aula de la Experiencia como espacio de intercambio de experiencias, de enriquecimiento horizontal, de aprendizajes múltiples, se haya encasillado en una disciplina académica bajo las directrices de Bolonia ajustándose a unas normas ajenas a los intereses de la mayoría de las personas que asisten al aula. En lugar de fomentarse la participación activa, variada y extraacadémica se ha vuelto a un control de asistencia infantil, con mano levantada incluida, y a unas clases pretendidamente magistrales que no dejan lugar al enriquecimiento de grupos porque no hay ni metodología adecuada ni tiempos previstos para ello. Se trata de una enseñanza academicista, rancia, propia del siglo pasado y ajena a los intereses de los tiempos que corren, que desaprovecha todo el caudal de conocimientos que esta generación lleva ya a sus espaldas y que podría aprovecharse en un espacio universitario como éste, propiciando el intercambio generacional y compartiendo inquietudes, conocimientos y experiencias.
Lástima de oportunidad perdida.
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