29.6.17

Defendiendo la nada


Artefacto varado en la playa de Ericeira, Portugal, efecto del agua, el aire, el sol, el viento y el paso del tiempo.

Urbano Lugrís, surrealista gallego

Urbano Lugrís, otro de mis descubrimientos viajeros, nace en A Coruña en 1908 y muere en Vigo en 1973.

8.6.17

Crisálidas



Anoche se inauguró en la tienda "Curadas de Espanto", Calle Francos de Sevilla, la exposición colectiva de Rosario Schlatter y Ana Escalera titulada “Crisálidas”. Las manos de Rosario han moldeado el dolor en el silencio con el barro primitivo, aportando tintes de ternura y de calidez. Luego ha urdido con hebras de lino natural esbozos de sueños que entran y salen de las vasijas de barro cocido. Crisálidas que fraguan deseos escondidos y que asoman como cascadas de agua viva de lo oscuro.



Y los ojos de la fotógrafa Ana Escalera nos han descubierto nuevos matices, convirtiendo cada objeto en protagonista de sí mismo gracias al fondo, a la luz, al encuadre. Cada pieza, cada detalle, nos transporta al momento de la creación de Rosario, y vemos fluir la armonía perseguida por la cámara de la artista que se mueve por el espacio trastocando las reglas habituales de arriba y abajo, dentro y fuera, delante y detrás… Hasta conseguir el punto exacto, la luz perfecta, el color adecuado para presentar al espectador un resultado hipnotizador que invade de paz el espíritu.





Ana Escalera ha reinventado las obras de Rosario Schlatter y ha conseguido una simbiosis que multiplica el efecto de armonía y belleza para quienes las contemplamos.

Felicidades a las dos artistas y gracias por ese regalo expuesto en una sala dirigida a mujeres que saben de lo que hablamos.

Juana G. Linares


6.6.17

A Coruña (5) Mujeres: Concepción Arenal

Paseando por los Jardines de Méndez Núñez encontramos El monumento a Emilia Pardo Bazán y, en el centro, el dedicado a Concepción Arenal 1820-1893

Natural de Ferrol, hija de militar, es una de las figuras más importantes del siglo XIX por su tenacidad y dedicación en pro de la justicia social y los derechos de las mujeres. Al parecer fue la primera mujer que asistió a clases universitarias en Madrid (si bien tuvo que hacerlo como oyente y no pudo examinarse ni, por lo tanto, conseguir un título universitario. Según su biógrafa, María Laffitte, tenía que disfrazarse de hombre para asistir a clase.) Se casó en 1848 con el periodista Fernando García Carrasco, natural de Mérida, del periódico liberal Iberia, con el que asistía a tertulias literarias, también vestida de hombre, para participar activamente en los debates políticos del momento. Tras la temprana muerte de su marido, en 1857, siguió colaborando con sus artículos en el periódico, pero pronto las envidias y recelos que no aceptaban que una mujer escribiera como ellos en el periódico la hicieron desistir. Y en 1859 se retiró con sus tres hijos a Potes, Cantabria, donde se sumió en una fuerte depresión. 
Allí la descubrió Jesús de Monasterio (1836-1903), un joven violinista, hijo de la dueña de la casa, que acudía a Potes en verano. Intrigado por esta mujer silenciosa, famosa en los círculos literarios de Madrid y que pasaba las horas en la solana de la casa ensimismada, entabló con ella una larga amistad que se mantuvo a través de cartas después de marchar a Galicia en 1863.


Desde Potes continuó su actividad literaria y participó en concursos literarios, como el convocado por la Sociedad Económica Barcelonesa de Amigos del País en 1859 en el que obtuvo el primer premio.


En junio de 1861 la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas premió su memoria “La beneficencia, la filantropía y la caridad”, apreciando sin duda su claridad doctrinal, que empieza por el propio lema de la plica: «La Beneficencia manda al enfermo una camilla; la Filantropía se acerca a él; la Caridad le da la mano»  Se da la circunstancia de que el texto había sido inscrito con el nombre de su hijo, que tenía entonces 10 años. Al abrir el sobre y descubrir el auténtico nombre de la autora no hubo más remedio que concedérselo. ¡Cuántas dificultades han tenido que superar las mujeres para ser reconocidas por sus capacidades! El texto está dedicado a Juana de Vega, la viuda de Espoz y Mina, otra figura femenina que encontramos en las calles coruñesas. 


Y en 1863 Concepción Arenal se instala en A Coruña con el nombramiento de visitadora de prisiones de mujeres. Allí conoce personalmente a Juana de Vega,  viceprotectora de establecimientos benéficos de Galicia, y entrambas se entabla una simbiosis colaboradora en pro de las reformas sociales y penitenciarias: organizan el Patronato de Señoras para la visita y enseñanza de los presos. En 1870 funda La Voz de la Caridad, periódico que durante sus catorce años de existencia fue plataforma para denunciar los abusos e inmoralidades presentes tanto en hospicios como cárceles de la época. 


A partir de ese momento su actividad es frenética elaborando informes, escribiendo artículos, libros y envió memorias a los Congresos penitenciarios de Estocolmo (1878), Roma y San Petersburgo (1890); congresos que telegrafiaron a la autora felicitándola por sus estudios y lamentando su ausencia física. Su ingente obra estará dedicada a los presos (“El visitador del preso”)  la pobreza (“La beneficiencia, la filantropía y la caridad”)  y los derechos de las mujeres (“La mujer del porvenir”, “El estado de la mujer”, “La educación de la mujer”…). 


La vida es un entramado de hilos que unen personas, tiempos, historias, circunstancias, recuerdos: En A Coruña encontré juntas a Rosalía de Castro, Emilia Pardo Bazán, Juana de Vega y Concepción Arenal. Ésta me llevó primero a mi Mérida familiar para encontrar a su marido Fernando García Carrasco y luego a mi reconfortante Potes veraniego donde resuena la música de Jesús de Monasterio y, de manera accidental, a la caída de una tarde placentera ante los colores reflejados en el puerto, a la doctora Ofelia Rey Castelao,Catedrática de Historia Moderna de la Universidad de Santiago de Compostela,

que desveló los matices de las vidas anónimas de algunas gallegas rompedoras. Sus estudios han seguido el rastro de mujeres que durante siglos emigraron solas a la capital, o bien heredaron todo el peso familiar tras la marcha de hombres que a veces murieron y otras no volvieron. 

A Coruña ha avivado mi interés por los derechos de las mujeres y la justicia social. El resultado: un tapiz multicolor, personal y a la vez universal que espero seguir completando día a día.


Fuentes:
Concepción Arenal Aponte

  
Aún quedaban muchas mujeres más:
nuestra queridísima Rosalía de Castro,