6.11.22

Queipo fuera de la Basílica de Sevilla

 


Mañana luminosa de un domingo del mes de noviembre, Sevilla. Un grupo importante de personas llena totalmente el espacio delantero de la basílica de la Macarena en Sevilla en torno a unas pancartas situadas en el suelo donde sobresalen las palabras VERDAD, JUSTICIA, REPARACIÓN. Los asistentes portan nombres sencillamente escritos en folios, muchos de ellos a mano, mientras los ojos brillan emocionados al recordar a las personas a las que se refieren estos nombres: todas ellas asesinadas por el franquismo y muchas aún sin localizar sus restos, esparcidos en anónimas cunetas o fosas comunes de cementerios. Algunos son los nombres de ese total de 45000 víctimas de la masacre cometida por Queipo de Llano y sus seguidores en Sevilla, según los últimos datos más de 1200 ya desenterrados de la fosa de Pico Reja, en el cementerio sevillano. 

Gracias a la ley de Memoria Histórica y la reivindicación permanente del colectivo en lucha por desvelar la verdad de los horrores cometidos por el franquismo y la necesidad de hacer justicia exigiendo una reparación a los familiares de las víctimas, los restos de Queipo de Llano y su ayudante Francisco Boórquez ya no están en la basílica de la Macarena.
Los ojos de las personas asistentes brillantes de emoción, con la congoja en la garganta y una sonrisa en los labios se iluminaban al reconocerse entre los amigos asistentes y se multiplicaban los abrazos sin saber muy bien qué decir: “por fin”,”felicidades”… con una sensación de alivio y un “sí se puede” “lo hemos conseguido” “hay que seguir, esto no se ha acabado”… y luego una ofrenda de claveles rojos para recordar la sangre derramada de unos pechos inocentes fusilados ante el muro pétreo de las murallas, ahí expulsados, a las afueras de la ciudad.
En el aire quedaron las voces unidas en un solo grito: VERDAD, JUSTICIA, REPARACIÓN

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