Mañana luminosa de un domingo del mes de noviembre, Sevilla. Un grupo importante de personas llena totalmente el espacio delantero de la basílica de la Macarena en Sevilla en torno a unas pancartas situadas en el suelo donde sobresalen las palabras VERDAD, JUSTICIA, REPARACIÓN. Los asistentes portan nombres sencillamente escritos en folios, muchos de ellos a mano, mientras los ojos brillan emocionados al recordar a las personas a las que se refieren estos nombres: todas ellas asesinadas por el franquismo y muchas aún sin localizar sus restos, esparcidos en anónimas cunetas o fosas comunes de cementerios. Algunos son los nombres de ese total de 45000 víctimas de la masacre cometida por Queipo de Llano y sus seguidores en Sevilla, según los últimos datos más de 1200 ya desenterrados de la fosa de Pico Reja, en el cementerio sevillano.
Gracias a la ley de Memoria Histórica y la reivindicación permanente del colectivo en lucha por desvelar la verdad de los horrores cometidos por el franquismo y la necesidad de hacer justicia exigiendo una reparación a los familiares de las víctimas, los restos de Queipo de Llano y su ayudante Francisco Boórquez ya no están en la basílica de la Macarena.
Los ojos de las personas asistentes brillantes de emoción, con la congoja en la garganta y una sonrisa en los labios se iluminaban al reconocerse entre los amigos asistentes y se multiplicaban los abrazos sin saber muy bien qué decir: “por fin”,”felicidades”… con una sensación de alivio y un “sí se puede” “lo hemos conseguido” “hay que seguir, esto no se ha acabado”… y luego una ofrenda de claveles rojos para recordar la sangre derramada de unos pechos inocentes fusilados ante el muro pétreo de las murallas, ahí expulsados, a las afueras de la ciudad.
En el aire quedaron las voces unidas en un solo grito: VERDAD, JUSTICIA, REPARACIÓN
No hay comentarios:
Publicar un comentario