Paseando por los
Jardines de Méndez Núñez encontramos El monumento a Emilia Pardo Bazán y, en el
centro, el dedicado a Concepción Arenal 1820-1893
Natural de Ferrol,
hija de militar, es una de las figuras más importantes del siglo XIX por su
tenacidad y dedicación en pro de la justicia social y los derechos de las
mujeres. Al parecer fue la primera mujer que asistió a clases universitarias en
Madrid (si bien tuvo que hacerlo como oyente y no pudo examinarse ni, por lo
tanto, conseguir un título universitario. Según su biógrafa, María Laffitte, tenía que
disfrazarse de hombre para asistir a clase.) Se casó en 1848 con el periodista Fernando
García Carrasco, natural de Mérida, del periódico liberal Iberia, con el que
asistía a tertulias literarias, también vestida de hombre, para participar
activamente en los debates políticos del momento. Tras la temprana muerte de su
marido, en 1857, siguió colaborando con sus artículos en el periódico, pero
pronto las envidias y recelos que no aceptaban que una mujer escribiera como
ellos en el periódico la hicieron desistir. Y en 1859 se retiró con sus tres
hijos a Potes, Cantabria, donde se sumió
en una fuerte depresión.
Allí la descubrió Jesús de Monasterio (1836-1903), un
joven violinista, hijo de la dueña de la casa, que acudía a Potes en verano. Intrigado por esta mujer silenciosa, famosa en los círculos literarios de
Madrid y que pasaba las horas en la solana de la casa ensimismada, entabló con ella una larga amistad que se mantuvo a través de cartas después de marchar a Galicia en 1863.
Desde Potes
continuó su actividad literaria y participó en concursos literarios, como el
convocado por la Sociedad Económica Barcelonesa de Amigos del País en 1859 en
el que obtuvo el primer premio.
En junio de 1861 la Real Academia de Ciencias Morales y
Políticas premió su memoria “La beneficencia, la filantropía y la caridad”,
apreciando sin duda su claridad doctrinal, que empieza por el propio lema de la
plica: «La Beneficencia manda al enfermo una camilla; la Filantropía se acerca a
él; la Caridad le da la mano» Se da la
circunstancia de que el texto había sido inscrito con el nombre de su hijo, que
tenía entonces 10 años. Al abrir el sobre y descubrir el auténtico nombre de la
autora no hubo más remedio que concedérselo. ¡Cuántas dificultades han tenido que
superar las mujeres para ser reconocidas por sus capacidades! El texto está
dedicado a Juana de Vega, la viuda de Espoz y Mina, otra figura femenina que
encontramos en las calles coruñesas.
Y en 1863 Concepción Arenal se instala en A Coruña con el
nombramiento de visitadora de prisiones de mujeres. Allí conoce personalmente a
Juana de Vega, viceprotectora de
establecimientos benéficos de Galicia, y entrambas se entabla una simbiosis
colaboradora en pro de las reformas sociales y penitenciarias: organizan el Patronato
de Señoras para la visita y enseñanza de los presos. En 1870 funda La Voz de la
Caridad, periódico que durante sus catorce años de existencia fue plataforma
para denunciar los abusos e inmoralidades presentes tanto en hospicios como
cárceles de la época.
A partir de ese momento su actividad es frenética elaborando
informes, escribiendo artículos, libros y envió memorias a los Congresos
penitenciarios de Estocolmo (1878), Roma y San Petersburgo (1890); congresos
que telegrafiaron a la autora felicitándola por sus estudios y lamentando su
ausencia física. Su ingente obra estará dedicada a los presos (“El visitador
del preso”) la pobreza (“La
beneficiencia, la filantropía y la caridad”) y los derechos de las mujeres (“La mujer del
porvenir”, “El estado de la mujer”, “La educación de la mujer”…).
La vida es un
entramado de hilos que unen personas, tiempos, historias, circunstancias,
recuerdos: En A Coruña encontré juntas a Rosalía de Castro, Emilia Pardo Bazán,
Juana de Vega y Concepción Arenal. Ésta me
llevó primero a mi Mérida familiar para encontrar a su marido Fernando García Carrasco
y luego a mi reconfortante Potes veraniego donde resuena la música de Jesús de Monasterio
y, de manera accidental, a la caída de una tarde placentera ante los colores reflejados en el puerto, a la doctora Ofelia Rey Castelao,Catedrática de Historia Moderna de la Universidad de Santiago de Compostela,
que desveló los matices
de las vidas anónimas de algunas gallegas rompedoras. Sus estudios han seguido
el rastro de mujeres que durante siglos emigraron solas a la capital, o bien heredaron todo el
peso familiar tras la marcha de hombres que a veces murieron y otras no
volvieron.
A Coruña ha avivado mi interés por los derechos de las mujeres y la
justicia social. El resultado: un tapiz multicolor, personal y a la vez
universal que espero seguir completando día a día.
Fuentes:
RTVE2 Concepción Arenal
Concepción
Arenal Aponte
Aún quedaban muchas mujeres más:
nuestra queridísima Rosalía de Castro,
o María Pita,
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