Los
cañones en la misma puerta, decorado de este escenario que representa el desfile
para la ejecución de una víctima inocente.
Me sigue resultando contradictorio ese recordatorio anual de
la tortura y sacrificio de Jesús, un hombre con un mensaje de amor y paz que
serviría para salvar el mundo. Y por otro lado los actos de las mismas personas que desfilan
en las procesiones y son cargos públicos, cuya labor no tiene nada que ver con
ese mensaje de paz y amor. Desde la iglesia como institución, ocupada en la
pompa y los fastos, hasta la mayoría de la clase política, que utiliza el poder
para su medro personal y olvida el objetivo para el que fue elegida: mejorar
las condiciones de vida de la ciudadanía.
¿Qué pasará por la cabeza de ese niño vestido de guardia
civil como su padre caminando a su lado sin levantar la cabeza?
Niños y niñas con su propio paso ya adiestrados desde
pequeños para seguir el peso de la tradición.
Eso sí, igualdad de hombres y mujeres: como costaleras
descalzas, en la banda de música, como penitentes..
Los días posteriores descubriríamos que el casco antiguo de la ciudad está ocupado por cuarteles, o instituciones militares, e iglesias y conventos, compartiendo plazas con caserones de piedra de antiguas familias nobiliarias.
Menos mal que aquí se vive la Semana Santa de manera muy
“ligera” y ello nos permitió callejear sin encontrar nigún otro evento más.
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