Para Mª José
Casi 20 años de lento trabajo para adaptarse a un espacio. Silencio laborioso, constante; análisis de posibilidades: temperatura, humedad, superficie, volumen de sonidos, corrientes de energías, preparación del entorno, como si de un nido cálido se tratase… Y un buen día, tímidamente, durante un momento apacible, sereno, de relax se dejó ver bajo la sombra perforada de una hoja intensamente verde con su blancura de firme textura y ligeramente húmeda, insinuante, provocadora, seductora, y a la vez como una madre amorosa y temerosa de dar a conocer al mundo el fruto de su vientre.
Es necesario acercarse a ella, interesarse por ella, rodearla con mucho cuidado, acariciarla suavemente para evitar que se esconda y entonces te permite contemplar su obra maestra y te la ofrece como un regalo desplegando su manto y abriendo su centro como una caracola.
Y semioculto aparece un vástago primorosamente labrado que cautiva por su armonía. La solidez del mismo contrasta con la fragilidad, con la volatilidad aparente, de esas “pelusas”¿? Dispuestas en toda la superficie como preparadas para agitarse por el viento. Pero un estudio
más detallado del mismo nos desvela la perfecta simetría que van adquiriendo esas “pelusas”, más irregulares en la base, y más perfectas a medida que se acercan a la parte superior, al tiempo que van desplazándose ligeramente a la derecha, en el sentido de las agujas del reloj.
Se trata de hexágonos perfectos con una pequeña “espina” negra en el centro de cada hexágono. Parecen, en la parte más baja, pequeñas hormigas libando del néctar amarillo del fruto. Y de pronto esa armonía geométrica recuerda a patrones presentes en otros ámbitos de la naturaleza: la cadena de ADN de TODOS los seres vivos:


y quedas fascinada comprobando la
simplicidad y a la vez la complejidad de todo lo que nos rodea al
descubrir los patrones que se repiten con más o menos variaciones, a
veces imperceptibles, y comprobamos que todo lo pequeño encierra a su
vez lo más grande.
Desde el átomo Hasta el universo
Así en cada una de nosotras se encuentran, escondidas, las claves secretas de la vida, y debemos aprender a buscarlas, verlas, descubrirlas, desarrollarlas y disfrutarlas para compartirlas. Cualquier mínimo acto en este sentido ayuda a mejorarnos y a mejorar el mundo porque en lo pequeño está lo más grande, lo inmenso.
Con todo mi cariño, Juana. 03-10-2019
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