Concha Espina

 

 

                                                                      Concha Espina

 

Seguíamos en el pueblo de Mazcuerras. Mientras leía la información sobre Concha Espina en el folleto turístico, situada ante su escultura, descubrí en el mismo una foto de una hermosa casa que debió ser construida por aquellos emigrantes que marchaban a América a hacer fortuna y luego volvían ricos y se les llamaba indianos. En ella, dice el folleto, residió en la última época de su vida, y hasta su muerte, en 2011, Josefina Aldecoa. Mi sorpresa fue mayúscula al levantar la vista y reconocer esa foto en la imagen de un chalet situado allí mismo, a nuestra izquierda.

Este valle de Cabuérniga y este día me colmaban de emociones: las Escuelas de Terán, La Institución Libre de Enseñanza fraguada aquí en Cabuérniga, las figuras de los grandes pedagogos Julián Sanz del Río, Francisco Giner de los Ríos y de otros como José Mª de Cossío, que tiene su casa en las proximidades, en Tudanca, los hermanos González Linares y tantos otros que se reunían durante los veranos por estas latitudes… La escritora Concha Espina, y ahora Josefina de Aldecoa me emocionaban por la concentración en estas tierras de tantas inquietudes pedagógicas.

Josefina Aldecoa, amén de excelente escritora de novelas y cuentos, además de pedagoga, fue la fundadora del colegio Estilo en el 1959 en Madrid con los principios pedagógicos del krausismo, heredados a través de la Institución Libre de Enseñanza, y todo lo aprendido en Inglaterra y Estados Unidos sobre experiencias educativas innovadoras. El colegio fue creado para los hijos de sus amigos pero pronto fue creciendo y a lo largo de casi 60 años ha llevado a cabo una enseñanza laica, encaminada a formar de manera integral a un alumnado mixto, extraño en aquella época, haciendo hincapié en el arte, la literatura y el humanismo. 

Así, sin haberlo previsto, había experimentado un recorrido por algunos de los hitos más innovadores sobre educación en nuestro país en el último siglo, terminamos haciendo una foto a la casa de la Magnolias, ¡faltaría más!