Las
personas curiosas, cuando salimos de vacaciones, nos creemos un poco
exploradoras porque afloran en nuestro interior ecos de ese espíritu
aventurero que empujó al ser humano siempre a conocer, investigar e ir
más allá. Y somos capaces de dedicar una mañana a buscar la ubicación,
los restos de una antigua construcción, dolmen, cueva, ermita,
monasterio, palacio… aunque esté muy derruida, muy abandonada o muy
perdida entre la maleza.
Así estábamos el pasado domingo buscando las
huellas de un antiguo monasterio del que solo se conserva la iglesia,
hoy cerrada y quizás solo la abran el día del Santo, una vez al año, o
en una romería. Era el monasterio de San Xoan de Camba, antigua abadía
dúplice con una comunidad de hombres y otra de mujeres, fundado en el
siglo X. Moverse por las carreteras de Galicia ya es de por sí una
aventura. La población dispersa, las diferentes organizaciones
administrativas y la duplicidad de nombres de los lugares te llevan a
dar vueltas como en un laberinto y recurrir necesariamente a las
personas del lugar para que te indiquen cómo llegar a donde les
preguntas. A veces te miran sorprendidas como diciendo “y ahí van? Si
solo son cuatro piedras” Pero aquí el espíritu aventurero no se rinde y
persevera hasta llegar a su destino aunque haya dedicado varias horas.
Así
nos pasó a nosotros y cuando llegamos quedaba una iglesia reconstruida
en el siglo XVIII y sin vestigios de esos monasterios dúplices. Peeero,
encontramos a dos jóvenes excavando en un rectángulo con mucha
dedicación. Me acerqué a ellos, pregunté si estaban investigando algo y
Martiño, que así se llamaba uno de ellos, muy amablemente me informó del
trabajo que estaban haciendo los límites de alguna dependencia del
monasterio que les ayudaría a confirmar lo que figuraba en testimonios
escritos. La iglesia fue reconstruida tras el terremoto de Lisboa de
1755.
Martiño y Toni son piezas imprescindibles en el estudio de las
huellas del paso del ser humano por el territorio, para comprender cómo
se ha ido conformando la vida hasta llegar a la actualidad y escribir su
verdadera historia. Sin este trabajo, silencioso, pertinaz,
desconocido, a veces desechado, no podríamos comprender las
particularidades de nuestros pueblos, de nuestras gentes.
Después de
una detallada descripción de lo que estaban descubriendo y de las
hipótesis que pretendían demostrar sobre la importancia del lugar y su
conexión con la vía romana que llegaba hasta Astorga, abandonamos a
Martiño y Toni que seguían arañando la tierra suavemente en busca de un
tesoro que solo ellos entendían.
Curioso cómo buscamos rincones escondidos cuando viajamos y muchas veces desconocemos lo que tenemos al lado de casa.
19.7.23
Arqueólogos
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