17.7.23

Boas xentes

 Cuando vamos a comer fuera miramos los tipos de platos, los precios, el emplazamiento, el ambiente o nos dejamos guiar por cercanas recomendaciones. Rara vez nos quedamos con las caras de quienes nos sirven las mesas y por supuesto difícil es conocer a quienes regentan la cocina y elaboran lo que vamos a comer.

Hoy quiero hablar de Aitor y Nerea, dos jóvenes camareros que sirven el restaurante de A nossa xente en Castro Caldelas, provincia de Ourense. Elegimos este sitio para comer por su nombre. Queríamos “comer en gallego” y entramos sin otro reclamo que el nombre y azuzados por el gusanillo del hambre y la hora. El restaurante dispone de una sala primera para los clientes habituales de tapeos y cafés y otra en el interior para el comedor. Ese es el reino de Aitor y Nerea. Desde el primer momento te hacen sentir como en casa, con ese ritmo familiar y cariñoso que posee la lengua gallega y que ellos llevan con mucha gracia al castellano. Conocemos primero a Aitor un joven muy despierto y muy rápido en sus movimientos pero que a la hora de ofrecerte las delicias de los platos se agacha para ponerse a la altura de los comensales y explica detenidamente las cualidades de los mismos. Una vez colocada la mesa no tardan nada en aparecer los platos de una deliciosa comida casera tal y como nos había prometido. Mientras que Aitor recibe a nuevos clientes con el mismo ritual, Nerea se acerca y , con la misma dulzura y delicadeza nos pregunta si todo está bien, si necesitamos algo. Ambos hablan con un volumen bajo que invita también a moderar el volumen del recinto. Bien es verdad que no está lleno el salón y que los demás comensales tampoco hablan muy alto, lo que es muy de agradecer. Otro día comprobaremos que no siempre es así cuando aparecen niños descontrolados o grupos que hablan a gritos. Aún en esos casos Aitor y Nerea actúan serenamente, Aitor incluso pone la mano ligeramente en el brazo del interlocutor como para transmitir calma, serenidad y confianza, sin elevar la voz.
Salimos satisfechos del lugar y repetiríamos los días siguientes. Finalmente seríamos recibidos con una alegre sonrisa hasta el punto de darnos el título de “xente de nostra casa”. Cuando pase el tiempo recordaremos, y si se tercia recomendaremos, este lugar no por lo que comimos sino por el trato recibido, por la alegría en el trabajo y el afecto con el que tratan a los desconocidos ¿Cómo no hablar de Aitor y Nerea? Gracias boas xentes.
 

 

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