28.8.20

El Faedo 2


 (continuación) La emoción le embarga e intento llevar su conversación al Faedo y sus ojos se iluminan bajo esta mascarilla impuesta que no puede acallar nuestras voces. Es un resto de los bosques frondosos que poblaban toda esta región con hayas centenarias, una de ellas tiene unos 500 años. Catalogado por la Unesco Reserva de la Bioesfera. En 2017 considerado como uno de los bosques mejor cuidados. Y ello gracias a nuestro amigo Manuel y los amigos que reclutó para su protección y cuidado. Con los ojos brillantes señala que las cenizas de su hijo están esparcidas en este bosque y él ha decidido dedicar su vida a cuidarlo y darlo a conocer. Han construido un itinerario y lo han cubierto con pasarelas de madera que hacen transitable el recorrido para todas las personas. Han colocado casitas rústicas para pájaros e incluso la figura de un hada en lo alto de un haya que vigila atentamente a los que se adentran en este mundo mágico de colores cambiantes a lo largo del año. La leyenda “El carbón de Haeda”, escrita por Josefina Díaz del Cuadro, contribuye a fraguar el aire mágico del entorno. Las hayas, hoy de un verde intenso y cubiertas de musgo, evocan historias de elfos, hadas y trasgos que despiertan la imaginación de pequeños y mayores. Eleva la voz Manuel: ”Y todo ello sin poner un euro ni el ayuntamiento ni la Diputación, ni el Gobierno. Nosotros solos, unos cuantos locos del pueblo para que esto no se pierda”.

Manuel nos lleva hasta el límite del bosque donde el curso del río se encajonaba entre dos piedras verticales y un pequeño remanso de agua invita a descansar. De la misma manera que apareció se fue piedras arriba con la agilidad de un adolescente para completar su ruta diaria con la figura de su hijo en su mente.

Manuel, el minero, otra vida de dignidad, lástima que no le hice una foto.

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