27.8.20

Jueves Santo confinado


 

Las ocho de la mañana, cielo gris, anodino, inexpresivo, semejante a los últimos días. Calle vacía, ausencia de coches, ningún sonido que revele normalidad del día…

Las 10 de la mañana: no ha cambiado ni la luz, ni el cielo, ni el silencio. Muy de tarde en tarde pasa un zoooooonnnn de un coche aislado por la avenida. Ahhh, también el grito del que se gana la vida repartiendo bombonas de butano… nadie ha respondido a su oferta. Solo se ve, ensimismado, moviéndose por la avenida el antiguo gorrilla, con todas sus pertenencias en la mochila, su deambular por la calzada a la espera de algún coche que decida aparcar en los huecos libres.

Pero no es verdad el silencio. De pronto el oído descubre una variedad de sonidos extraordinaria: la de los pájaros. Y si prestamos atención podemos percibir matices, mensajes cifrados de unos a otros que se contestan o que forman parte de complejas conversaciones. De vez en cuando dos palomas dejan su zureo del alféizar de una ventana y cruzan el espacio hasta la copa del árbol persiguiéndose, zigzagueando en el cielo, como en un juego o en un cortejo.

Los mirlos negros, de pico amarillo, bajan confiados hasta el suelo y alternan sus cantos, de multitud de registros, en melodías cercanas, mientras saltan de los naranjos a la esbelta palmera, esa que mueve las puntas de sus ramas con elegancia exquisita, a ver si se apiadan de ella y no le cortan la vida.
Y los gorriones, y las tórtolas, y los vencejos y las cotorras, y seguro que más especies que yo no conozco, protagonizan la banda sonora de este Jueves Santo insólito, sin bulla, sin túnicas de nazareno, sin lágrimas de emoción, sin escalofríos envueltos en música, sin olores de incienso, de azucenas, de rosas y claveles. Tal vez estaban ahí esos cantos de pájaros cada día, pero estaban amortiguados por la urgencia del momento: el ruido de los coches, el canto de las sirenas de las ambulancias, los estertores de los camiones de la basura, las discusiones de los gorrillas, o el martilleo acompasado de un albañil en la remodelación de una de las casas de los alrededores… De la vida cotidiana

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