28.8.20

“Homenaje a la dignidad”


 Además de quedarte en casa, durante el verano del sur, en el igloo en que conviertes tu cuarto para sobrellevar el calor, cabe la posibilidad de buscar refugio en el norte donde la sombra es realmente fresca. Y en ese camino por tierras desconocidas te encuentras tesoros que te sacuden la rutina de lo evidente, de lo previsible, “de esa resignación” corrosiva en la que vamos sumiéndonos por los avatares de la vida.
Y para que no se me olviden los anoto brevemente y se convierten en los hitos destacados de cada viaje. Una de estas mañanas transitando por carreteras vacías, amplias, que unen, como cintas, desconocidas poblaciones, somnolientas bajo el sol del verano, con nombres sonoros y evocadores como Beberino, Cabornera (que no Carbonera), Paradilla, o el puerto de Aralla… y justo ahí, mirando al frente se abren unos valles maravillosos enmarcados por unas escarpaduras montañosas de piedras desnudas que te recuerdan lo pequeña que eres pero el inmenso poder que tienes de soñar, de superar esos límites: son los valles de Babia y La Luna. Afortunadas las personas naturales del lugar que cuando le preguntan ¿dónde está tu casa?, responden “En Babia”, o “En La Luna”…

Pues justo en ese paso de Aralla hay una pequeña venta, parada obligada para tomar algo, además de aire y quedarse un rato sentada, con la mirada perdida a lo lejos y dejarse ensimismar por la magia del monumento. Entonces te fijas en un monumento conmemorativo, y piensas en algún prócer o hijo ilustre del lugar que pasó por allí y lees la placa:

“Homenaje a la dignidad”

“Muero inocente y perdono… mi credo fue siempre un ansia de infinita de paz, el amor al bien y el mejoramiento social de los humildes”

Capitán Lozano 1895-1936

Capitán Lozano, el mismo nombre que repite el GPS cuando pasas por una calle de la cercana localidad donde me alojo. Y las neuronas se conectan y despiertan la curiosidad. Ese homenaje a la dignidad, con esas palabras, con esa fecha tan señalada, debe esconder a una persona destacada por esa hermosísima palabra: la dignidad. (Continuará)

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