El Faedo

 (continuación) Manuel perdió a su hijo en el accidente minero más mortal de las últimas décadas de la minería española. Una explosión de grisú se llevó la vida de 6 mineros y dejó malheridos a otros cinco una mañana de octubre de 2013, aquí, cerca de su casa. Su hijo, también Manuel, con cuarenta años recién cumplidos, incorporado hacía pocos días tras el nacimiento de su primera hija, desapareció por una negligencia de la empresa que no aplicó las medidas de seguridad necesarias para proteger a los trabajadores. Los recortes salariales y la poca inversión en seguridad fue la causa. Si un hijo pierde a su padre o a su madre queda huérfano; si una mujer o un hombre pierden a su pareja se llaman viudas o viudos. ¿Cómo se llama cuando se pierde un hijo o una hija? No existe en la lengua una palabra que defina ese estado, el dolor más grande: ver morir a un hijo o una hija. Quizás porque estamos diseñados para sobrevivir a nuestros progenitores… Desde entonces Manuel padre tiene a su hijo presente en cada uno de los actos de su vida cotidiana, denunciando las condiciones en las que se produjo el desastre y exigiendo a las autoridades que se abra una investigación para que la empresa asuma sus responsabilidades y se juzgue a los culpables. Lleva casi siete años peleando por conseguirlo hablando en las radios y televisiones, aceptando entrevistas de distintos medios para dar a conocer el caso, rebelándose contra las fuerzas ocultas que intentan comprar su silencio para que se olvide el caso… pero “Al principio estábamos juntas todas las familias de los afectados… pero poco a poco los han ido comprando y me he quedado solo. No me importa, no hay dinero que pueda devolverme a mi hijo. Lo único que tengo es mi dignidad y esa… no me la quita nadie. Seguiré solo hasta que no pueda más porque mi hijo haría lo mismo por mí y es lo único que puedo hacer para mantenerlo vivo para su hija. Así que acudo con mi cartel pidiendo justicia al ayuntamiento y si me acompaña alguien bien, si no también.”
(continúa)